Hemos de indicar que lo primero que observamos en la firma del actual Presidente de la Generalidad de Cataluña, son dos características muy visuales: la primera, la ilegibilidad y los trazos filiformes (4) que la componen, típico de personas de difícil acceso que tienden a ocultar sus verdaderas intenciones, que no van de cara y que huyen de las responsabilidades cuando así se les exige. En segundo lugar, una dirección de ascenso muy marcada (1), esto es, muy ascendente, propio de personas muy ambiciosas, con pretensiones excesivas propias de la inmadurez del joven que se cree capaz de conseguirlo todo, de poderlo todo, de quererlo todo. Esta característica es igualmente descriptiva de exaltación, huida de la realidad e insatisfacción continua de los logros adquiridos.
Si a esto observamos que su firma se proyecta en los planos del apellido “Torra”, observaremos un tilde de la “T” (2) no alto, que en este caso sería propio de la mayúscula, sino muy adelantado, signo de impaciencia, de imprudencia, de ímpetu y de cierto grado de irresponsabilidad patológica. Su proyección a inclinar a la derecha la escritura del apellido, deja de manifiesto esta reforzante de rapidez, imprecisión y sobre todo, imprudencia.
Su firma se proyecta primordialmente en el apellido, por lo que denota su clara posición pública y social frente a una reprimida o sincretizada vida personal e íntima.
Es curioso las abreacciones de las grafías “o” (3) y “a” (4) del apellido, propio de las personas, por una parte, abierta a todo clase de ideas por absurdas o inalcanzables que pudieran parecer; y por otro lado, la verborrea inconsistente de contenido que manifiesta en su habilidad verbal, hablando mucho y comunicando poco.
Por último, destacar que la firma apenas conlleva una rúbrica. Sólo una pequeña rayita (A) al final de la misma propio en personalidades claras, superiores y trabajadas, de personalidad madura y ausente de máscaras, cosa que no ocurre en la firma del Sr. Torra, signo claro este subrayado apenas perceptible, de orgullo altanero, de la independencia en su más amplio sentido de la palabra y ante todo de ser simplemente como se muestra: una personalidad impulsiva, poco reflexiva, orgullosa, charlatana y muy ambiciosa, hasta extremos poco nobles y fuera de la realidad.
Simplemente nos fijaremos en la última firma a la que hemos tenido acceso de 26 de octubre de 2018, donde dos de los signos analizados cobran un valor destacable. De una parte el tilde de la “T” mucho más largo, y desproporcionado, propio de un impulso descerebrado y autoritario. De otra, la pequeña rayita de la rúbrica un poco más grande, signo patente del engrandecimiento de su orgullo y de su sentido de independencia.
Jesús Barrón.