Desde la década de los 90, cine y videojuegos han intentado nutrirse el uno del otro, pero los resultados han sido dispares. Mientras que los videojuegos integraron a la perfección –con sus más y sus menos– el lenguaje cinematográfico, no sucedió lo mismo a la inversa. Pocas han sido las excepciones, y casi todas nacen del restart, mecánica explotada por el mercado nipón: ejemplos son la película ‘Al filo del mañana’ –del manga ‘All You Need is Kill’– o los animes ‘Erased’ o ‘Re:Zero’.
‘Warcraft, el origen’, pues, es otro de esos intentos, aunque con un paso de más. Blizzard no solo se ha implicado en el proyecto trayendo uno de sus universos más ricos, sino que también ha conseguido implicar a un director como Duncan Jones, quien, con sus más y sus menos, ha demostrado que sabe combinar cine palomitero con unas mecánicas y unas reflexiones mínimamente bien pensadas.
Como intento, Jones consigue en parte lo que se propone. Warcraft, el origen es una fantasía épica que, por suerte, tiene más que ver con las películas de aventuras que con subproductos como Avatar. Los Orcos están cuidados al detalle, desde su esencia como raza hasta en su forma de moverse, pelearse o expresarse. Su esencia tribal contagia a la película de interés, siendo Durotan y Garona claros epicentros de buen hacer cinematográfico.
Sin embargo, y más allá de la acción, la película tiene claros errores en su creación de personajes. Es irónico ver cómo el detalle que Duncan Jones impulsa con brío en más de una situación desaparece con casi toda la facción de la Alianza, la cual carece de conflicto; y sin embargo, y aunque lo hiciera, el problema de Warcraft es que, detrás de ese artificio bien montado, su director prefiere pasar de enfatizar momentos importantes. El resultado, por desgracia, es una película que, con sus buenos hallazgos, no deja de ser un producto donde pasan cosas, pero en más de una ocasión suceden sin un propósito claro, o peor, sin que al espectador siquiera llegue a importarle.
‘Warcraft, el origen’ se estrena el 3.6.15.
Carlos Martínez.
