Llama poderosamente la atención dos aspectos fundamentales en la firma del Magistrado-Juez, Presidente de la Sala Segunda de lo Penal del Tribunal Supremo: uno, la rúbrica (A) a modo de paréntesis y otro, su inicial y apellido (3) muy filiformizado (en forma de hilo).
Los aspectos de filiformidad en grafología son indicadores de las personas ágiles, rápidas en cuanto al pensamiento, y por qué no decirlo, sumamente inteligentes, pero con ciertas dosis de no implicación personal, de pasar de puntillas sin implicarse emocionalmente, de estar sin estar, de estar en todos sitios pero no impregnarse en ninguno. Es curioso como el apellido (3) totalmente filiforme, le confiere este carácter así como la finalización del mismo en un tamaño decreciente y afilado, le da una característica de ironía y mordacidad en sus comentarios, siendo hábil con el verbo y sabiendo dónde puede atacar con el menor esfuerzo posible.
Su inicial del nombre (1) grande, estrecha y desproporcionada nos implica un sujeto orgulloso, y con fuertes tendencias hacia la praxis, que se mantiene firme, con autoridad e incluso con ademán de autoafirmación. De mano izquierda sutil pero enérgica cuando procede, lo observamos en los rasgos finos, estilizados pero con rasgos en zig-zag descendente propio de las personalidades con autoridad. Los rasgos superiores (2.1) e inferiores (2.2) de la capital del nombre evidencian la personalidad que desde lo alto es capaz de descender de forma enérgica pero con sutileza en los planteamientos ideológicos y prácticos. No se puede decir, que la inteligencia que le precede no sea subsumida por una praxis determinante.
Y todo ello, preservando su carácter más intimista y personal del entrono tanto público como íntimo. Muy pocos serán los que puedan decir que están dentro de su círculo más próximo, muy poco serán los elegidos por el Sr. Marchena para participar de sus más estrictas intimidades, de su sancta sanctorum y por supuesto del beneplácito que supone estar a su lado.
Juez Manuel Marchena
Para finalizar, diremos que la grandilocuencia del cargo no estorba para la humildad encubierta de su persona. Su autoridad exhibida en un poder de autoafirmación, pudiera encerrar una personalidad mucho más débil y delicada de lo que proyecta. Su paso por la historia no será la rúbrica grandilocuente que todo el mundo observa, sino la forma huidiza con la que escribirá su propia historia y por la que pasará de puntillas (filiformidad del apellido) sin una fuerte implicación personal y posiblemente, huyendo de las responsabilidades esperadas por su fuerte imagen fraguada y su dosis de autoafirmación, todo ello acompañado de una delicadeza propia de quien se sabe gran escultura de cristal que transforma la luz que le atraviesa, convirtiéndola en luz… pero más difuminada.
Jesús Barrón.