La propuesta teatral de DT Espacio Escénico es atrevida y algo desconcertante. Una sala en la que parece haberse creado un campo de trigo en el que ondulan las espigas pero trufado o intervenido por pesados péndulos pareciendo así una alegoría entre lo permanente y lo efímero, lo pesado y lo liviano y el tránsito de todo lo que se mueve o permanece pero cambia pues el momento no es el mismo
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El trabajo del actor Fran Martínez que además de intérprete es creador de la obra es de una entrega total. Los gestos y movimientos, convulsiones y requiebros más más allá de lo que puede esperarse de un cuerpo humano que se hace paisaje, que cambia y se mece o que permanece y se retuerce con el viento, el suelo, que se arrastra y entumece o flota y desaparece.
Es un espectáculo bello que permite al espectador relajarse y contemplar desde lo cotidiano a lo eterno todo lo que el cuerpo y la vista pueden dar de sí y alumbrar otro espacio interior no narrado que va creciendo con la obra.
El amor es otro de los temas que trata y de su aridez pero también su necesidad nos habla el cuerpo del protagonista y su voz que resulta directa al espectador o envolvente presagio cuando no está presente su figura pero es oída.
La obra es una experiencia tanto por el contenido como por lo que va germinando dentro de los asistentes y que sienten que son parte de ese campo, de esas espigas que son movidas o de esa línea infinita y pesada que penetra los cuerpos y los transforma.
Una obra íntima y una propuesta interesante para admirar los movimientos y gestos, posturas y circunloquios que establece con el entorno el cuerpo del protagonista y que llegan dentro como una apacible brisa de unos campos, no se sabe qué número, por los que transitamos.
Más información: DT Espacio Escénico
Javier Torres.