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Teatro

La obra ‘Iter Spirituale Santiago’, interpretada por Ramón G. del Pomar, estreno en Huesca

 

 

2026

Una obra mística de la que es coautor e interprete Ramón G. del Pomar, será estrenada en Huesca el próximo 30 de julio.

Quien antaño fue uno de los más activos impulsores de La Movida Madrileña, entre sus múltiples actividades fue director de eventos en esa exclusiva sala de arte y vanidades que se llamó Rock-Ola, hoy, en su amplio y rico peregrinar por la vida, el pasado año obtuvo el Premio Internacional Pop-Eye a la mejor novela no ficción por ‘La materia de mis edades’, Ramón García del Pomar nos sorprende otra vez formando parte del espectáculo dirigido por el compositor y concertista Hermes Luaces y producido por la también concertista, Esther Ciudad Capdevilla, que junto con Mohamed El Sayed y Guillermo Calvillo nos presentan en Huesca una magnifica obra escénica inspirada en el Códice Calixtino para el Camino de Santiago.

Pepe Labajo entrevista a nuestro protagonista de hoy.

PEPE. La sabiduría que muchos anhelamos obtener tal vez resida en algo a primera vista simple, pero muy complicado en su realización: la capacidad de saber esperar y de saber mirar. Decían los sabios que, realmente, sólo hay un pecado, que es la impaciencia, porque todo lo que tiene que llegar, llegará cuando tenga que ser y sólo si tiene que ser. Y la impaciencia que hoy día neurotiza a la gran mayoría de la sociedad no es, de ninguna manera, un camino de sabiduría. Vivimos una época de escasez del Ser, de oscurecimiento óntico. Esa pérdida del Ser la intenta suplir el hombre occidental en sustituciones engañosas. Saber esperar. Saber mirar. Tal vez eso que esperamos, está en alguna forma ya aquí. Sólo hay que aprender a mirar.

Digo esto porque uno va digiriendo estas ideas según se acerca (o tal vez uno no se mueve y es la vida quien va poniendo delante, quién sabe) a personas, libros, momentos, textos… Y el encuentro con Ramon G. del Pomar y su texto ITER SPIRITUALE SANTIAGO, eje -junto a la música y la danza de Esther Ciudad, Mohamed el Sayed, Hermes Luaces y Guillermo Calvillo- del espectáculo homónimo, es uno de esos regalos que me ayudan a aprender a vislumbrar aquello que busco.

Cuando leí tu texto, Ramón, lo primero que me llamó la atención fue la idea de viaje. ¿Qué puede haber que forme más parte de nuestros genes si no el viajar? Desde que somos humanos viajamos, somos humanos porque de una u otra forma viajamos. El viaje forma parte de nosotros, tanto a nivel físico como a nivel espiritual. ¿Qué es la imaginación, sino un viaje de la mente? Quería saber tu forma de comprender el viaje.

RAMÓN. Efectivamente, tal como comienza el escritor Roger Calabuig Hernández en su reciente publicación, Los sapienes se van a casa, el ser humano ha viajado desde antes de ser humano. Cuando hace cuatro millones de años los Australopithecus se bajaron de los árboles, se irguieron y migraron…

Nuestra propia formación se debe al viaje del Universo en sí, de ahí que podamos considerarnos polvo estelar. Diría que, desde que somos espermatozoides, todos respondemos al Mito de la Caverna. Cumpliendo tal función, somos bichitos que vamos migrando en forma de feto hasta que salimos disparados a lo que comúnmente llamamos vida. Poco a poco, el niño-a liberado-a que somos se va acostumbrando a la luz del fuego y, con cierta torpeza aún, decide adiestrarse en avanzar, en continuar el trepidante viaje hacia donde no sabe aún. Simplemente tratando el presente y la distancia sin otra medida que el instante para un movimiento audaz. Sócrates sostiene que este es un primer paso en la adquisición de conocimiento. Hemos salido al exterior y observamos primero los reflejos y sombras de las cosas y las personas. Ya estamos sujetos a las misiones de nuestra voluntad evolutiva y al debate entre lo que creemos que somos y lo que esperamos ser. Yo siempre he asumido esta consecuencia con fidelidad.

P. Es cierto, hablas de Platón, de Sócrates, y es que Grecia es la cuna de nuestra forma de pensar porque al ser una cultura del mar, fue una cultura viajera. Todo viaje implica un cambio, un acostumbrarse a algo nuevo. Heráclito, junto a todas las sabidurías orientales que se desarrollan en la misma época en la que vivió, nos recuerda que todo fluye, que la impermanencia no existe. Pero no sólo Heráclito, como dices, Platón relata una de las imágenes más importantes de la Historia de la Filosofía: un esclavo se libera de una prisión, y viaja desde la oscuridad de su caverna, en un proceso iniciático al que haces referencia, desde la visión de las sombras, de los reflejos de las cosas en el agua, de las estrellas y la Luna por la noche, hasta llegar a mirar cara a cara al mismo Sol. Es entonces cuando comprende. Porque no es lo mismo conocer, saber, y comprender. Conocer y saber son niveles del conocimiento objetual, del conocimiento sobre el mundo que nos rodea. Pero ante las grandes preguntas del ser humano lo único que nos queda es la comprensión, la aceptación espiritual de que dichas cuestiones pueden ser comprendidas, pueden hacerse propias, pero no ser respondidas. Somos las preguntas que nos hacemos, y las que nos configuran como humanos son aquellas preguntas que nunca podremos responder, pero con las cuales tenemos que convivir, porque nos producen dignidad. Nuestras preguntas indican nuestro viaje. Viajamos porque nos preguntamos. ¿Tú crees, Ramón, que puede hablarse de un viaje del alma?

R. Nuestra cultura se fragua según el lado de las creencias donde cada cual se desarrolle. Actualmente, en la mía sí existe el alma y su viaje. He de reconocerte que, antaño, frecuentemente me forcé a esconderme de su invisible presencia, especialmente cuando Dios se me ha representado como algo incomprensible y me he dejado vencer por los lodazales que cubrían mi abismo interno. Así lo escribo en esta obra que, Esther Ciudad, ha llamado Iter Spirituale.

No quisiera que se viera, esos momentos míos de lodazales, como lo que San Juan de la Cruz llamó, “La noche oscura”. En aquellos momentos mi androcentrismo no reconocía más Dios que el de mi mismidad herida, ni más alma que el que me sirviera para maldecir sus cadenas. Oscar Wilde llamó Dorian Gray a su des-almado. Yo me consideré hombre evolucionado en pleno uso de mis facultades y muy alejado de pensar que a mi alma le aguardara divinidad en su viaje. Aquel Dios de mi infancia y primera adolescencia, padre todo poderoso que adopté por el simple hecho de que me lo recomendaron, cuestionado ya por mis desencantos y nuevos valores, quedaba muy alejado de una meta final. Comprenderás, amigo mío, que así no hay alma ni Cristo que lo fundó. Es ahora, al tener que profundizar en mí totalidad para escribir e interpretar esta obra con honestidad, cuando empiezo a preguntarme si, tras tanto peregrinar por esos desiertos infinitos que contienen la nada y el todo, tiempo y lugar donde he cumplido mis edades de silencio amargo, pudiera ser que lo mío haya sido un auténtico pasaje por la noche oscura del alma. Entonces podríamos hablar de cómo se camina por la heroica ensoñación que disuelve el ego encapsulado y colma de plenitud la beatitud que me otorgue el paraíso. Donde se bebe en la fuente de la vida eterna, donde se vive en el encuentro con Dios. Ummm.

P. Qué valiente me parece tu reflexión. Reconocer que tal vez uno haya pasado por una “noche oscura” en su alma, cuestionar si no más bien todo forma parte de una ensoñación de disolución del ego… Todos somos extraños, porque los que buscamos un Absoluto nos convertimos en peregrinos. El peregrino busca en sí mismo a través de un camino hacia un lugar sagrado. Las grandes peregrinaciones (en Occidente, Roma, Jerusalén, Santiago; en Oriente La Meca, Itsukushima, Varanasi, Chichén Itzá…) son búsquedas interiores. El peregrino es siempre extraño. En la antigua Roma se le consideraba como un fuera de lugar. Los peregrinos no eran ciudadanos (no poseían los derechos civiles) pero tampoco eran esclavos. ¿Ha cambiado algo respecto a la sociedad actual? Somos peregrinos porque la realidad nos es extraña. Porque buscamos.

R. Sin ir más lejos, yo soy un peregrino. ¿Por qué lo afirmo tan categóricamente? Desde niño he vivido fuera de lugar, soy tauro, condición que me sentencia a llegar antes de tiempo o demasiado tarde. Así he vivido dejando atrás el presente, siervo o esclavo de la renovación permanente. Siempre me ha resultado excesivamente críptico el colegio, la familia, los amigos, las relaciones de pareja, las profesiones, las ideas, las costumbres, los sentimientos, los gustos, los vicios… Los medios de comunicación y muchas personas me definen como un artista del Renacimiento, pinto, escribo, hago música, soy actor, diseñador, asesor de imagen, locutor de radio, hipnoterapeuta, he creado programas de televisión, he trabajado en la construcción, he llegado a tercero de carrera en dos diferentes, recorro las cárceles españolas haciendo trabajos artísticos con los reclusos para que aprendan a redimir sus capacidades hacia el bien común, he fundado la primera Asociación de Creadores para la Moda de España, ACME… Podría seguir con los “he sido” porque aún me quedan algunos más. Lo importante es que comprendas que mi sentido, hacia lo que a mi juicio significa tu pregunta, para otros que no son del bando anterior o el mío supone tacharme de hombre inestable, loco o irresponsable, incluso, para algunos, las tres a la vez. No para mí. No lo digo con ánimo de censurar, para nada. Pero nunca he comprendido a las personas que ya saben lo que quieren y estudian una carrera, una profesión o lo que sea para, una vez concluido el proceso, conformarse el resto de su vida en el mismo discurso, como si fueran buques de carga anclados en un mismo puerto y sin más destino que el de oxidarse y sin mayor capacidad de razonamiento que el típico y prepotente, ¿me vas a decir tú a mí, con la experiencia que tengo? Por fortuna, tengo muchos amigos que siguen esa voluntad, una vida estable, y sin embargo aportan al bien común mucho más que yo. Pero bueno, hay un refrán muy español que dice: del cielo para abajo cada uno vive de su trabajo. Yo he vivido muchos momentos delicados, más de lo que para el común significa vértigo.

A lo mejor, al responderte de una manera tan personalista, me he ido por los cerros y con tú pregunta quieres referirte a un plano exclusivamente espiritual, bien. En este caso, el peregrino también ha de ser un buscador intelectual irredento, un individuo capaz de cuestionarse y en continua reflexión. Cuando digo, cuestionarse, no estoy refiriéndome a negarlo todo, no. Hablo del deber de indagar para llegar al convencimiento de haber llegado más allá de lo ya sabido y aportar a la humanidad la digna huella del camino andado. Qué hubiera sido de los profetas, de los apóstoles, de la filosofía como primera ciencia, de la ciencia contemporánea, de la medicina, la industria, de lo que sabemos hoy, sin el carácter que tenemos algunos para vivir errantes. Sé que mi misión en esta vida es esta, peregrinar y aprender. El legado que dejaré solo es fruto de lo ignorante que me siento y motiva contra el estancamiento.

En la Etapa 2, el camino del cuerpo, recito:

En este peregrinar hacia mi conciencia
hacia la integración absoluta de mi ser,
es donde acaricio el impulso vital…

Iter Spirituale Santiago
Ramón G. del Pomar y Mohamed El Sayed en un momento de la obra | SONIA ESTEVEZ PICO

P. ¡Has dado en la clave: peregrinar y aprender! No se trata simplemente del viaje, sin más. El peregrino, a diferencia del turista, es un buscador que transforma su conciencia para aportar a la humanidad. A nuestro mundo le sobra turistas y le falta peregrinos. La conciencia marca la diferencia. Y eso me lleva a pensar en la sabiduría del buscador, que está recogida en el concepto de Filosofía Perenne, iniciado por Leibniz allá por el siglo XVIII pero recuperado a mediados del XX por Aldous Huxley. La Filosofía Perenne es el marco en el que se encuadra Iter Spirituale. Todas las tradiciones sapienciales y las grandes religiones poseen un fondo común. Esta base se fundamenta en varias ideas, que podrían resumirse, en primer lugar, en la existencia de una dimensión trascendental en la realidad, y en segundo lugar, en la capacidad del ser humano de descubrir la existencia de dicha dimensión y hacer caminar a su alma hacia el encuentro con algo absoluto. La Filosofía Perenne recuerda la posibilidad de hallar, desde la individualidad, el encuentro con el Ser y producir un cambio en la conciencia que ayuda a transformar el mundo. No se puede comprender Iter Spirituale sin una forma de sabiduría y de conciencia trascendente.

R. Absolutamente, no existe otra forma de afrontar este proyecto. ¿Cómo si no podríamos estar aptos para iniciarnos en el Camino de Santiago, para avanzar tras las huellas del santo apóstol? Para mí, esta obra está significando un acto de valentía, he tenido que despojarme de las muchas corazas con las que me he licenciado a mi mismo para desmadrarme con lo que quise entender como uso de libertad. Claro que me ha dolido el echar arrestos y rebuscarme. Para llegar al encuentro con mi tantas veces negada espiritualidad y afrontar las dudas que de hombre corriente hay en mí, he tenido que situarme frente a mi conciencia y despelotarla para ver algunas o muchas de mis miserias ignoradas o escondidas desde mi anterior renuncia a los mundos abstractos. Por supuesto que he atravesado estadios en los que me he tirado del pelo. Cada vez que renunciamos a algo que nos dio un yo, puede significar un desgarro que chirría en lo profundo, máxime si estuvo absolutamente arraigado. He de decirte que fui seminarista, un periodo en el que mi fe sufrió daños imborrables y salí de aquella caverna para huir de la peste inmoral que me asedió. Esta obra no es ficción, está basada en planteamientos y circunstancias reales, en el encuentro con el respeto que debo y doy a los otros y a mí.

Amigo, hilas muy fino y en esta pregunta tuya me vienen dos. Si la filosofía perenne o sabiduría perenne, según el autor que la refiera, representa las bases del tradicionalismo donde, por ejemplo, tenemos a los escolásticos que predominaron en las escuelas catedralicias, origen de las universidades medievales europeas donde se trataba de comprender las revelaciones religiosas del cristianismo, dado que su formación fue heterogénea y aunque siempre tenían como base La Biblia, contemplaron corrientes filosóficas no solo procedentes de Aristóteles o grecolatinas, también del neoplatonismo y del universo árabe y judaico. Por ello, en la etapa cuarta del Iter Spirituale, donde describo el camino del trabajo para buscar a Dios a través de la perfección diaria, digo:

“En este transcurso de existencia, La Biblia es mi fuente y autoridad para seguir la disposición cristiana. Así convierto mi trabajo en un canto de alabanzas. Así mi espíritu se llena de alegría. Así honro al Padre Celestial, devolviéndole lo mejor de mí, y Dios bondadoso me concede su gracia salvadora”.

Mientras yo dramatizo este texto de la obra, en escena estoy acompañado por el gran Mohamed El Sayed, un musulmán egipcio que viene de la fuente sufí y danza el giro que representa el movimiento universal, toda vez que el católico Guillermo Calvillo marca el ritmo con una darbuca judía.

En nuestro espectáculo, sensible y magistralmente dirigido por el compositor y concertista Hermes Luaces, contemplamos que el mundo físico o fenomenológico no es la única realidad; existe otra dimensión no física, te diría que el lugar donde nos aguarda la divinidad para el alma. Por este espectáculo vuelvo a creer que el mundo material es la sombra de una verdad superior, y aunque el espíritu y el intelecto humano den testimonio de ello, en su más profunda esencia, esta verdad suprema no puede ser abarcada por mis sentidos ni la razón, me quedo corto. Confesarlo me libera del yugo que me pondría, de negarlo, la soberbia.

P. Me llama la atención todo lo que estás diciendo acerca de tu trayectoria personal. Hablas de todo aquello en lo que “te has licenciado a ti mismo”, en referencia a tantas vivencias, aprendizajes y momentos que te han dolido y de los que has aprendido. Pero formando parte esencial de la Movida, como director de eventos del Rockola, y al frente de salas como Universal Sur, Aqualung, Astoria… los lugares más relevantes a nivel musical y cultural de los años 80, ¿cómo recuerdas desde el momento actual en el que vives y tu percepción de la espiritualidad, esa época? ¿Qué nexo hay entre aquél Ramón y el autor de Iter Spirituale?

R. El nexo que hay entre mi aquel y mi ahora, es el poso que queda entre venturas y desventuras; hijos e hijas repartidos por un lado u otro del mundo, un dineral derramado en apariencia, noches y días consumidos de cama en cama y, en definitiva, sexo, drogas y rock and roll. “Vive deprisa y muere joven para que tu esqueleto conserve un buen estado”, este era el lema. Pero, fíjate, yo no diría que me arrepiento. En la otra cara de la moneda están los sueños que fui cumpliendo, sí, los creativos. Hoy veo que aquellos hijos e hijas han valido la pena, son seres excepcionales que han aprendido de mis errores y aciertos para contribuir en la evolución hacia un mundo mejor, lástima de los abortos que tuve. Claro que me drogué hasta las trancas, argot popular. Así trabajaba infatigablemente, vivía días de una semana con resultados extraordinarios para mi aprendizaje y para el empuje cultural que necesitaba el momento. En un mismo día podía tener organizados un par de conciertos, otro par de desfiles, alguna exposición y aún me quedaban fuerzas para paliar el vacío que sentía con las mujeres que cupieran en mi cama o en la de quien fuera. Para todo hay un límite y, afortunadamente llegó ese día en el que la razón regresó a mi cordura. Nunca dejé de leer ni de escribir y, gracias a un accidente de coche que me paró la nariz, las piernas y la entrepierna, no fue una zarza ardiendo la que me hizo caer del caballo, tampoco se presentó ante mí San Ramón nonato ni otro santo o arcángel, no. Tan solo fue que cayó en mis manos El Kybalión, un simple libro que trataba la Filosofía Hermética, me lo regaló una ex-amante que me visitó. El milagro fue aquel brutal accidente que me paralizó durante año y medio para devolverme a Luis Ramón García del Pomar y San Emeterio, hijo de María Antonia y Ángel, hermano de Tere, Lines, Yoli y el fallecido Roberto. Recuperado de aquella brutalidad que me dejó sin bazo, apoyándome en Begoña Andrés, Marisa Miñambres, Enrique Zaccanini, Pablo Sycet y Julio Juste, fundé la primera Asociación de Creadores para la Moda de España, ACME, abría la primera escuela de diseño de moda y vestí a artistas de la talla de Eric Clapton, Tina Turner, Roxet, etc, etc.

Claro que hice cosas que superaron mi realidad y mis sueño. También mis tormenta internas pues, ante la impotencia que sentía por la dificultad para emendar mi conducta, sobreviví a las mil veces que me invadió el deseo de suicidio.

Esta ha sido mi fuerza de voluntad y el valor que hoy le doy a todo lo que me ha sido otorgado para el bien común.

Finalmente, recuperada mi espiritualidad, decidí ponerla al servicio de quienes se habían desviado de su camino como lo hice yo. Los siguientes veinte años he gestionado la consulta de terapias alternativas que inauguré en Malasaña, por supuesto que con fines altruistas, lo mismo que, apoyado por mi pareja Sonia Estévez, como bailarina y performer Aruna Nisad, venimos recorriendo los centros penitenciarios de España. Nuestra vocación es la de crear espectáculos inclusivos, con los reclusos y las reclusas, donde confluyen todas las artes y personalidades.

No hay mayor satisfacción que la de ayudar a quien se ha perdido, es como salvar a un anciano inmóvil ante el incendio de su vivienda, incluso a riesgo de perder la vida propia.

Y todo esto es lo que tengo para aportar, en Huesca, al Iter Spirituale Santiago. Lo que soy hoy.

Iter_spirituale_santiago
Ramón G. del Pomar | SONIA ESTÉVEZ PICO

P. Entonces, vayamos a Huesca, y al aquí y ahora del proyecto, al Ramón que está presente. Todo nos lleva a pensar en el Camino de Santiago como un símbolo de transformación. Georges Colleuil, uno de los más importantes conocedores actuales de la función sanadora y terapéutica de los símbolos, habla de cómo éstos contienen memoria, dan sentido, son reparadores y nos hacen evolucionar a nivel psicoespiritual. Según esto, las grandes obras de la literatura, repletas de viajes de sabiduría, no relatan sino la evolución del alma (el héroe) en lucha con su sombra (el dragón, el monstruo, el gigante) para, a través de diferentes pasos evolutivos (las pruebas por las que pasa el héroe, los personajes que le ayudan o dificultan el camino), llegar a la iluminación y el encuentro con el Ser (la princesa salvada con la que el héroe se casará y vivirá feliz el resto de su vida). Gilgamesh, La Odisea, los grandes libros de la tradición Hindú como el Ramaiana o el Mahabaratha, la Saga Artúrica… Todos ellos hablan de la Filosofía Perenne. ¿No es este el sentido del Camino de Santiago?

R. Verás, de una manera coloquial aunque frívola, con todo respeto te contesto que, durante años, el Camino de Santiago no fue, para mí, más que un lugar como tantos otros al que llegar de excursión. Nunca creí que fuera una ruta espiritual. En mis años mozos fui uno de los hippies que en la plaza de la catedral vendió collares y pulseras, hasta que llegaba la policía municipal a espantarnos. Sírvame esta entrevista para rendir memoria a quien, por aquel entonces, era mi compañera de andanzas y esposa en el seno de la iglesia católica. Ella, Marisa Quintana de Gregorio, está hoy junto al trono supremo y cantando alabanzas entre los apóstoles. Cómo me enternece recordarla, aún me rompe su ausencia. Hasta aquellos lejanos días en la ciudad santa del apóstol Santiago, para mí solo se trataba de un punto al que acudían muchas de mis amigas y amigos pijos, aquellos y aquellas que no llevaban una vida tan disipada como la mía y que, a mi parecer, lucían el hecho como si fueran condecoraciones de guerra.

Mis ideas han ido cambiando con el tiempo y hoy entiendo que aquella opinión me llegaba desde la ignorancia que yo mismo me imponía. Inolvidable el día en el que, Marisa, me hizo entrar a la catedral. Ella me llevaba trenzado por la ternura de su mano cálida, amorosa, y frente al pendular del botafumeiro me ofreció su amor inquebrantable. Cómo no iba yo a corresponder ante aquella mirada, ante aquella preciosa mujer que me brindaba su lealtad incondicional. Hacía un año que nos habíamos casado en la iglesia de nuestra Señora de la Concepción de Madrid, acontecimiento para el que me había tomado, a espaldas de ella pero con su hermano Luis, también hoy transcendido, un papel secante impregnado con ácido lisérgico.

Parece que nuestro lugar y destino sea la búsqueda de inmortalidad, sea con estimulantes químicos o con ideologías para el convencimiento intelectual. Tal vez por esta razón nuestros ancestros descendieron de los árboles. Entiendo que por este motivo inicias la pregunta, haciendo referencia al poema De Gilgamesh, mucho más antiguo que Omero. O tal vez porque seamos descendientes de los simios que fueron capaces de nadar hasta la otra orilla para ilustrase en la historia del Ramaiana. En definitiva, quieres que hablemos sobre las posibilidades en las que indagamos para continuar la existencia anclados en el mundo de los vivos. ¿Acaso dudamos de que el sentido de la vida finita sea el de darnos dignidad humana para subir a un nivel superior, donde alcanzar la totalidad que nos bendiga entre los mundos sutiles?

Mira, en Etiopía he visitado la iglesia de San Jorge, un impresionante templo cristiano tallado en roca volcánica rojiza y esculpida en el siglo XIII con la forma de una cruz griega. Es parte del conjunto de once basílicas que se encuentran en Lalibela y era lugar de descanso para los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa. También he visitado los santuarios prehispánicos de Chichén Itzá, Tulum, Cozumel, Izamal y Tizimín, algunos de los cuales son todavía de devoción religiosa. Te confieso que, en Chicheén Itzá, hice el amor aprovechando la falta de turista que hubo ese día, por supuesto que me creí un sumo sacerdote celebrando el ritual de apareamiento. También he llegado a Roma, Lourdes, Santiago y en San Sebastian de Garabandal, este último aún no oficializado por el Vaticano. Aquí llegué de la mano de mis padres, cuando mi edad era tan escasa como las de las niñas a las que se le aparecía la Virgen. Lástima que aquel día lloviera y Nuestra Señora decidió no empaparse. Y, como todo cántabro que sea de buena cuna, antes de abandonar las sombras de aquella caverna fueron varias las ocasiones en que recorrí el Camino Lebaniego, mis padres siempre fueron muy devotos, hasta llegar al Lignum Crucis, la reliquia más grande de la Cruz de Cristo. En aquel entonces yo, un angelito limpio de pecado aún, lo hacía protestando. Me cansaba el aburrimiento y nunca sentí ningún interés, salvo por el bizcocho y el vaso de leche que me ofrecía el padre prior al saludarse con mis padres.

Más emocionantes me resultaron las conversaciones que mantuve con alguno de los que aguardaban su fallecimiento en el mismísimo Varanasi, junto al río Ganges. Son gentes llegadas no solo desde los confines de India, los había igualmente de China, Japón e Inglaterra.. El Ganges, en aquella ciudad y aunque sus aguas putrefactas me pareciera más digna de un suicidio encubierto, no solo es lugar de peregrinaje al que se llega de mera excursión turística como lo hice yo, también se va por el deseo de morir en los ghats, junto al río sagrado, para alcanzar directamente el nirvana. Claro que empleé muchas horas de cada día en conversar con estas personas para comprender su entrega a la voluntad suprema, tenga su panteón de deidades aquella que por origen geográfico de nacimiento y cultura les haya tocado asumir. Lo importante era que cada cual había transitado por la noche oscura de su alma y se disponía para el encuentro con su Dios o dioses. Cierto que veía en ellos heroicidad, su aceptación a recorrer este valle de lágrimas para alcanzar la dignidad que nos haga merecedores de un paraíso eterno, un reino para nuestra alma inmortal y, ante los posibles y probables, en cada cual queda si el destino nos lleva a las calderas de Pedro Botero o a los jardines del Padre Celestial. En esta ocasión, era la mano de mi amada, ahora Sonia Estévez Pico, quien trenzaba mi mano con lealtad y ternura.

Has de saber que soy de dar con buenos maestros en mi largo peregrinar y, entre ellos, cuento con mi amigo Tono Martínez Hacha. Él si ha recorrido el Camino y ha publicado un libro sobre este respecto, Cantigas de andar. Te lo recomiendo. Y, si quieres, te invito a que hagamos el Camino juntos, en abril del próximo año tengo previsto iniciarlo desde Jaca, también acompañado por mi compañera y evolucionada Sonia, la mujer que me hace afortunado en el amor.

Cierro tu pregunta con esta conclusión a la que me lleva el viaje de la larguísima y aún incompleta respuesta que te he dado. Para mí, el Camino de Santiago es como la fe y el amor, hay que entregarse para vivir sus renuncias y crecer dentro de lo que eliges para ser solidario con el respeto a los otros y a ti mismo.

P. Me parece esencial, en tu profunda respuesta, algo que dices, la importancia de la dignidad humana que nos lleva a buscar un nivel superior de conciencia. Además, recibo con todo el cariño e ilusión tu invitación a recorrer el Camino y tomo nota del libro de Tono Martínez Hacha. Y de nuevo vuelvo a insistir en la importancia de los símbolos. Comenzando por la concha y la calabaza, el Camino de Santiago es un camino simbólico. Todos los caminos iniciáticos son simbólicos, como el simbolismo que nos propone el Tarot. Las dos primeras cartas, El Loco y El Mago, representan el comienzo del camino espiritual. El Loco es un peregrino, que busca y camina (con un perro que le muerde y le incita a avanzar, o quién sabe, que le detiene y le dificulta sus pasos). Y El Loco se detiene junto a la realidad que se descubre ante sus ojos, y se convierte en El Mago que comienza a construir su propia evolución… Los símbolos nos ayudan a profundizar en nuestro camino, en nuestra psique. Pensamos acerca de la realidad mediante conceptos, pensamos sobre nosotros mismos mediante símbolos. En Iter Spirituale uno de los lenguajes simbólicos más importante es la música, que forma parte esencial del Códice Calixtino. Quería que nos hablaras de la importancia de la música y la danza en su espectáculo.

R. Vaya, es que no das una sola puntada sin hilo, te lo agradezco profundamente. Estimulas mi audacia reflexiva y haces que asuma riesgos, al responderte sobre cuestiones en las que te veo mucho más puesto que yo.

Con respecto a los símbolos, el hombre siempre ha necesitado adjetivar para identificarlo todo con mayor rapidez, supongo que es así como hemos enriquecido la base de datos en nuestra memoria, dejando una señal para reconocer el objeto nada más verlo y para indicarles a otros lo que necesitamos que reconozcan. Efectivamente, el lenguaje de los símbolos representa el inicio de nuestra expresión cultural, la huella. Así conocemos hoy cuál era nuestro arte y vida en las cavernas, nuestra prehistoria y algunos aspectos de la cultura ancestral. Puede que, para aquellos artistas nómadas o peregrinos del paleolítico, esta practica ya fuera su forma de buscar la inmortalidad. Por lo demás, en el Camino de Santiago la calabaza cumple la función de cantimplora. La concha de vieira caracteriza al peregrino que va de regreso a casa, luego de haber llegado a Santiago.

En el peregrino ves cierto parecido con el loco del tarot, me parece muy bien. El rosto de El Loco expresa ingenuidad e inocencia. Es la imagen de un viajero o del peregrino de la vida que regresa a la casa paterna. En su libertad, refleja el amor y el poder eterno. También es el símbolo de la luz que da la vida, las experiencias que ayudan al crecimiento del alma y nos hace conscientes de la realidad existente. En el tarot egipcio es la carta 22, la última de los arcanos mayores. Casualmente y ya que lo citas, te confieso que tengo un poema escrito sobre este arcano. Te digo el título y la primera estrofa:

Nada es distinto, nada es igual. Nada cambia ni permanece.
Nuestra sabiduría,
hoguera que cuece el conocimiento futuro,
representa la materialización del esfuerzo
para una mayor comprensión del absoluto,
pero no abala la razón en todo.

En este otro aspecto sobre el que me preguntas, la música como símbolo central en el Códice Calixtino, también estoy en el lado de tu apreciación. Efectivamente, la música contiene el alma del camino. Aquí se merecen todos los honores mis talentosos compañeros de caminata. No sabría decirte quién de ellos está más tocado por una pedrada cuasi celestial, me refiero a Esther Ciudad, Hermes Luaces, Guillermo Calvillo y Mohamed El Sayed. Les envidio como músicos y les adoro como artistas, personas y compañeros de peregrinación; como pandilla; como manada que somos. Cada cual es de lo más magistral en su sensibilidad y ejecución. Ellos recrean las partituras del códice para que yo tenga suelo sobre el que levitar. No sabes lo emocionante que me resulta sentir mi voz ente sus movimientos instrumentales, siempre corro el peligro de perderme por la fascinación que me produce escucharles, ello puede hacer que me embelese y se me olvide el texto o respirar a tiempo, hay emociones que producen ahogo por la saliva que te hacen tragar.

Lo mismo me ocurre cuando veo las danzas sufís de Mohamed El Sayed, me envuelve en sus espirales, me absorbe como si estuviera en el centro del huracán y el remolino me agitara hacia el infinito. Y Guillermo, cómo canta Gye, qué voz, qué de generosidad hay en su corazón. Podría creer, si él me lo dice, que le ha robado la garganta a todo un coro de ángeles y por ello sublima con su canto. Mira, yo soy músico, al fin y al cabo tengo algunos discos grabados y hay canciones mías en los discos de otros artista de pop, de rock y cantautores. Pero lo mío no pasa de saber en que traste y cuerda hay que poner la yema de los dedos para que suene un la mayor o cualquier otra nota. Ellos manejan el lenguaje de los compases y los símbolos de cada partitura. Esto quiere decir que, cuando ensayamos, mientras ellos saben de lo que hablan yo estoy como un perro mirando a ver si me tiran el juguete para salir disparado a la caza. No sé si me toca entrar en tal o cual compás y nota, lo mío es memorizar lo que suena antes de entrar y de salir, algo tan difícil como tener, en el caso de ellos, años y años de carrera estudiada.

Hermes Luaces es nuestro director artístico, además de compositor y concertista, estoy empezando a conocerle, puedo decir que ya tiene todo mi respeto y escucha. Su manera de afrontar el trabajo es absolutamente creadora y digna de toda confianza. Sabe encontrar y buscar lo que quiere y dejarte volar para que se lo des con toda tu magnitud.

Esther Ciudad es la matriarca del cuarteto, suya fue la idea y el empuje de crear este proyecto. Te diría, por parafrasear el mensaje de este magnífico Iter Spirituale y esperando no ofenderla en su sincera humildad, que nosotros somos sus apóstoles. En ella se representan, a la vez, los cinco elementos, agua, aire, fuego, madera y tierra. De haber dieciocho elementos más, también los sería a la vez. Qué gran capacidad de acción sin dispersión. Yo me siento muy seguro en sus manos, hace falta mucha agilidad mental para ejecutar con soltura un órgano de tubos, qué teclas pulsar, con qué pedal pisar y con qué registros continuamente cambiables. Parece mentira que en una persona tan pequeñita quepan infinitas posibilidades. Ella, como concertista, continuamente está recorriendo Europa y aprovecha para estudiar con los mejores maestros que se encuentra donde cae. Esther sí que es peregrina, y madre, y esposa, y política, y amiga. Una mujer adelantada que debiera ser estudiada en los cursos de igualdad de genero.

En Guillermo veo lo que le aguarda al futuro. Él es rabiosamente más joven que yo, le triplico en edad pero le encuentro mucho más maduro de lo que yo fui a sus años. Es un joven que no se da a la prepotente irreflexión de sus congéneres, no tiene vergüenza para reconocer las inconveniencias de sus arquetipos, condición que le libera para despojarse de esas cargas que escondería, en caso contrario, en su sombra,`pero que le impedirían alzar el vuelo del águila que le habita. Nunca será como todos o todas.

Qué horror, no creo que mi misión sea la de dar un perfil de mis compañeros, ni me lo has pedido tú. Pero me siento tan feliz de su amistad, cariño y confianza. En edad, yo soy el decano de todos, sin embargo no lo soy en sentido común. Me gusta el gamberreteo, me divierte.

Mohamed El Sayed, en castellano su nombre indica “El nuevo amanecer del Señor”, ya viene siendo mi hermano desde hace años y hemos colaborado en diferentes proyectos escénicos, discográficos y videográficos. También hemos comido muchos falafel juntos. Yo estoy en este cuarteto gracias a él, fue quien le sugirió a la productora, claro que a Esther Ciudad Capdevilla, la conveniencia de mi incursión en otro proyecto que afrontamos en septiembre del pasado año y del que salimos muy airosos. Mohamed no tiene fronteras, la riqueza de su enseñanza y aprendizaje se fragua de país en país. Por eso, siempre que me telefonea tengo que preguntarle por dónde está. Es un reconocido maestro internacional.

Aún no conozco personalmente a Jesús Arbués, es el responsable del video mapping que hemos incorporado pero, como viene de la mano de nuestra matriarca, seguro que llega sin desperdicio.

P. Se agradece mucho el que hables de tus compañeros de Iter Spirituale. Todo trabajo en equipo debe celebrarse con el reconocimiento, más que de la validez profesional (que también), por la grandeza humana de todos los miembros. Pero tal vez, amigo, esto se está alargando demasiado. Y no quiero quedarme con dos últimas cuestiones que me parecen interesante plantear. Estamos hablando de peregrinaciones, de búsqueda del Ser, de Filosofía Perenne y de la importancia de la simbología como forma de autoconocimiento. En tu texto hablas claramente de una evolución espiritual en cuatro pasos. Me parece que sería interesante que explicaras en qué consiste cada uno de los pasos. Primero hablas del “camino del cuerpo”, de la importancia de comenzar a través de lo físico, del cuerpo, de lo burdo. A partir de ahí, hablas de una forma de vislumbrar lo divino y lo sutil. Posteriormente, la disolución del ego y el encuentro con la plenitud.

R. Eso es.

El primero de los pasos está extraído del propio Códice Calixtino:

Cuando Dios Padre,
Rey del Universo,
distribuía los territorios entre sus apóstoles,
escogió a Santiago para iluminar España…

La Segunda Etapa, El camino del cuerpo: el trance como comunión, ya es de mi autoría:

En este peregrina hacia mi conciencia,
hacia la integración absoluta de mi ser…
También lo será la Tercera Etapa y las siguientes:
El camino de la muerte, el sufrimiento como liberación, la muerte como principio.
Ante este infinito desierto que contiene la nada y el todo,
tiempo y lugar donde cumpliré mis edades de silencio amargo…

La peste, un homenaje a los caídos por el Covid y por todas las demás pestes que nos han asolado siglo tras siglo, será la Cuarta Etapa:

Rendida la humanidad a la conducta morbosa de los siete vicios capitales,
desde las fauces del innombrable nos atenazó la peste…

La Quinta Etapa significa el camino del trabajo, buscar a Dios a través de la perfección:

Mi devoción se fortalece en la solidaridad,
en el respeto a los otros…

En la Sexta Etapa regresamos al propio Códice Calixtino para congratularnos con el final del viaje.

Hemos llegado a Santiago:
Alégrense los católico
y moradores celestiales…

P. Todos los grandes iniciados hablan de estas etapas, de una u otra forma. El camino espiritual, como el Camino de Santiago, no es lineal. Me parece muy interesante la forma de describirlo que hace el sufí Farid Al Din Attar en su Conferencia de los pájaros. Las aves muestran las etapas del camino, que son descritas como valles: el Valle de la Búsqueda, al que sigue el Valle del Amor, posteriormente el Valle del Entendimiento, del Desapego y de la Unidad. A continuación, los valles de detención y desasosiego: el Valle del Desconcierto y el de la Privación, hasta la meta final, en la que descubren que el camino lleva al Dios interior que cada ser posee en sí mismo. Creo que las etapas de las que hablas en el espectáculo están reflejadas también aquí. Has mostrado la naturaleza de la búsqueda del Ser. La naturaleza del ser humano, como cuerpo, alma y espíritu.

R. Siendo engendrado por carne con alma, carne con alma soy. La naturaleza que he tratado de reflejar se centra en las dos caras de nuestra realidad, es decir: entre tanto que el cuerpo físico es dependiente de las leyes materiales que nos sujetan desde el nacimiento hasta la muerte, nuestro otro estadio de vida no está sometido a la decrepitud de la carne y es parejo al intelecto o al espíritu, lo que considero núcleo de nuestra alma. Esta es la misión que he asumido para describir en esta obra, también lo que me parce entender que señalas como camino de evolución en la búsqueda de lo Absoluto. Actualmente, con eso de que nos hemos vuelto modernos, este aspecto, el segundo, está siendo ignorado como realidad o, cuando menos, dejado a un lado como expectativa de una posible realidad. A día de hoy están primando los valores más mundanos, los más excesivamente terrenales y vulgares. Todo por un ego preponderante, aunque el precio sea la ignorancia más abyecta e inmoral. La ética ya se compra por Amazon y la espiritualidad se encuentra en las imágenes de TikTok.

Ya sabemos que toda capacidad humana que no sea usada se va oxidando y termina atrofiada, por consiguiente aislada de la existencia una parte de nuestra capacidad natural.

Si algo de lo que somos queda inutilizado para la captación intuitiva de una posible última y absoluta verdad, alejados de tal ejercicio y su desarrollo echaremos a la basura el propósito de nuestra existencia y, lamentablemente, por ello nos perderemos la percepción de la meta final. En todas las grandes religiones hay un principio absoluto, Dios. Desde Él se produce todo lo que es de la existencia y a Él regresará toda existencia. Tú me hablas de la Filosofía perenne y del concepto hindú sobre el Sanatana, que dice: la verdad o norma eterna e inmutable.

Amigo Pepe. Permíteme llamarte así, amigo, porque después de todo este camino al que me has llevado con tu entrevista, te conviertes para mí en referencia inestimable. Yo había escrito unos textos desde el oficio diario que ejerzo como escritor, simplemente dejando que saliera lo mejor y lo peor de mí, siempre buscando la honestidad y brillantez en mi trabajo; soy un pésimo católico y un excelente pecador. Amo mi trabajo y lo respeto por darme luz, al menos en esto sí cumplo con la ley de Dios porque, como digo en la Cuarta Etapa:

Así convierto mi trabajo en un campo de alabanzas.
Así mi espíritu se llena de alegría.
Así honro al Padre Celestial devolviéndole lo mejor de mí…

Estos versos creo que señalan las similitudes que he encontrado en mi aún vago recorrido por la filosofía y el misticismo, pero apuntan a unos principios universales subyacentes. Como te dije en alguna otra pregunta, la diferencia entre nuestros credos se basa en según cuál sea el terruño y la cuna de nacimiento, la situación política, económica y social del momento, la alegría y el amor que nuestro padres nos den y lo que nosotros mismos alcancemos a gestionar de una forma u otra durante el avance de nuestro crecimiento. Todo ello conforma una columna común entre todas las religiones. Las divergencias entre estas percepciones solo surgen por las estupideces a las que nos lleva el ego y que podrían solucionarse a la luz de una hoguera, sin armas ni arrebatos. Jamás llegando a la sinrazón de las armas. Jamás matando para no morir. Solo compartiendo el pan.

Como decimos en la Cuarta Etapa:

¿Acaso el calvario no fue un acto de amor sublime?

P. Con este último verso quiero cerrar esta entrevista, este diálogo. Como docente, considero que nada puede enseñar quien no aprende, quien no camina. Toda tarea humana tiene sentido si con ella dejamos el mundo un poco mejor a como lo encontramos antes de realizarla, decía Claudio Naranjo. Siento que las circunstancias de un verano caluroso, las amistades comunes, y ¿por qué no? algo habrá tenido que ver eso que Jung llamaba sincronicidades, todo se ha conjuntado para que haya tenido el privilegio de poder leer tu texto de ITER SPIRITUALE SANTIAGO, de conocerte y de haber escrito esta aportación en forma de entrevista. Con el mayor cariño te agradezco por todo lo que he aprendido. Si comencé este texto hablando de la importancia de aprender a mirar, te aseguro que tus palabras me han marcado y me han mostrado un poco más iluminado el camino hacia mi propia forma de mirar. Muchas gracias, Ramón.

R. Pero qué dices, el aprendiz agradecido soy yo. Aunque no sé si pincharte la bicicleta, pegarte un chicle en el pelo o vaciarte la tinta de un bolígrafo en el bolsillo del pantalón. ¡Madre mía! Cuánto me has hecho pensar.

25 de Julio 2022. Día de Santiago Apostol.

Ramón G. del Pomar.

Pepe Labajo García.

Fotografías: Sonia Estévez Pico.

Escrito por

1 Comentario

1 Comentario

  1. Coan

    28 julio 2022 a las 23:17

    👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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