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‘La Doncella’: Más allá del sentido erótico

 

 

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Sin duda que las carreras de los cineastas-autores siguen caminos inesperados, tropiezan con infinidad de baches y se levantan de continuo, en busca de esa obra perfecta o imperfecta (no importa cuando es verdadero arte), que sirva de alimento a su espíritu indomable de no rendirse nunca.

El director coreano Park Chan-Wook es, sin duda, uno de los referentes más claros de ese estilo único e intransferible, a pesar de sus desigualdades, o a costa de ellas.

Lo que queremos decir es que, precisamente porque Chan-Wook apuesta y arriesga casi con los ojos cerrados, y se lanza en tromba a probar sus ideas narrativas en cada film, es por lo que ha conseguido el estatus de cineasta con mayúsculas, o de “organizador ” como diría el maestro Robert Bresson.

Park Chan-Wook, empieza a destacar internacionalmente, en su quinto largometraje ‘Sympathy for Mr Vengeance’, 2002; una oscura historia de venganza y redención, que tuvo continuidad años después, con ‘Sympathy for lady Vengeance’, 2005.

En ambos films, se estudiaba con precisión el amor y el odio; la crueldad y la piedad; el dolor y el placer de haberlo llevado a cabo y a buen término, para cargar, cual mártir inmaculado, con el castigo merecido; incluso el más cruel.

Estas dos películas, más Oldboy, 2003, forman la llamada “Trilogía de la venganza”.

En 2009, rodó ‘Thirst’, una historia de vampirismo, inspirada nada menos que en el escritor francés Émile Zola, representante natural del movimiento literario conocido como “naturalismo”.
Thrist es un film admirable, que sublima el acto vampírico, y lo consagra a una comunión del espíritu, que busca la carne enamorada y los lazos ardientes del corazón, para salir indemnes de las pruebas de la existencia humana; tan temida como anhelada.

En 2013, Chan-Wook, hace un alto en el camino, y rueda en los Estados Unidos de América, con el peligro que esto conlleva para los autores de verdad. Sabido es que el mercado norteamericano, devora industrialmente el talento, y lo hace rodajas sumisas e inutilizables para siempre. Pero no es el caso de Chan-Wook, quien consigue con ‘Stoker’, una película personal, la cual, aunque imperfecta y tímida en sus decisiones narrativas, despliega una gran dosis de audacia en la representación de los diálogos y en la calma de la planificación, que no se rinde a fáciles efectos de acción y sangre a raudales. Es, más bien, todo lo contrario: hilos terribles de violencia, inesperados a veces, y temidos otras, que acompañan al espectador hasta el final, sin hacerle daño, sin forzarle a degustar un festín equivocado. Pero ‘Stoker’, parece más bien el ensayo de otro film, el diseño de otra perspectiva visual, de otra representación más sutil, más oscura, más indeseable, más devoradora.

Y es que ‘Stoker’, no afectó al compromiso del director, ni le quitó la visón de su lenguaje en imágenes, ni le turbó el pensamiento por donde corre tranquilo su arte.
Y cuatro años más tarde, llegó ‘La doncella’, una nueva obra maestra en su filmografía.

‘La doncella’ parece estar dotada de todos los aciertos de su anterior filmografía; es como si su paleta de cineasta hubiera iluminado todas las gamas de colores de esta nueva historia, que se atreve a romper moldes, y a sobrepasar prejuicios globalizados y políticamente correctos.

El film nos sitúa en la década de los años 30 del siglo pasado, durante la colonización japonesa en Corea. Y este entorno es significativo para la historia, ya que supone un hecho cultural y un reflejo de las costumbres (importante para entender la historia), de un cierto tipo de sociedad adinerada, en aquellos años convulsos y desestabilizadores que conllevaría todo el siglo XX.
Es una historia sencilla: una joven llamada Sookee, es contratada como doncella de una rica señora de la alta burguesía, llamada Hideko, la cual, es japonesa, y vive en una gran mansión de la que no sale nunca.

Allí dentro, todo parece tranquilo y cotidiano, pero nada es lo que parece a los ojos de la joven criada, cuya ingenuidad, le costará muy cara. En aquella lujosa residencia, vive también el señor Kouzuki, tío de Sookee, cuya pasión son los libros antiguos y las ediciones raras.

Pronto descubriremos qué clase de literatura es la que organiza todo aquel universo enfermo y lleno de extrañas melancolías y desasosiegos. Sólo sabemos -pero como espectadores somos ingenuos- que Sooke esconde un secreto a su señora, la cual, parece enferma, depresiva, y aterrorizada por la noche a causa de sus sueños llenos de terror, provocados por una amarga infancia. Su cruel tío, esconde más secretos, y la oscura casa los guarda todos con celo, con miedo, con violencia si es necesario para que nadie, y mucho menos nosotros, espectadores ingenuos, sospechemos nada, creamos nada, imaginemos nada; pero sí creemos, sí sospechamos, sí imaginamos; aunque nada de todo eso que estamos seguros de aceptar como cierto, lo será, porque los secretos se multiplicarán, se harán sombras gigantes y condenadas a asustarnos por el miedo a caer en ellas, como víctimas del engaño, o de la ingenuidad de haber pensado en el amor, en la piedad y en la compasión.

Y aparece el amor, y aparece el sexo, y aparece la pasión dormida y los deseos ocultos a punto de explotar, como presas contenidas que al fin, rendidas por las lluvias torrenciales, rompen su vientre y salen al exterior salvajes, a cauces incontenibles y buscando la muerte inconsciente de todo aquel que se cruce por medio. Un agua inocente que mata inocentes y los arrastra por el lodo, desnudando sus cuerpos heridos, aunque plenos de carne e internos de vísceras que hacen sonrojar las mejillas, brillar los ojos, y levantar llamas de la piel.

Hacía mucho tiempo que una película no ofrecía tantas alternativas estéticas y formales a los espectadores, que no regalaba a los oídos atentos, palabras tan dulces y gemidos orgásmicos, tan liberados de su cascarón de inocencia y represión.

Ama y esclava se aman al fin bajo las sabanas al cuidado de sus sueños y despertares; al cobijo de los monstruos que viven abajo, en las tinieblas de la casa infranqueable, donde sólo sabemos que habita el terror cuando baja el amo encarnado por el despótico tío de Hideko.

Hacía mucho tiempo que un film no era tan exquisito y tan libre con el sexo, la sexualidad, las relaciones carnales, las miradas de placer, los gritos ahogados del deseo explotado por los dedos, la lengua, el roce de la ropa al abandonar el cuerpo recién perfumado horas antes en la bañera de rosas; espacio tranquilizador el cuarto de baño –la bañera- donde las mujeres son libres, y pueden expresarse casi sin necesidad de hablar, o mover los labios con su propio lenguaje.

Las palabras producen ondas invisibles, cuando el cuerpo habla; y los brazos y las piernas se extienden a lo largo, como lazos de seda que sellan relaciones indestructibles hasta el final de los tiempos. Y eso que el espectador, ingenuo, como ya dijimos antes, piensa que sabe, que ya está todo resuelto, que no hay más campos que abarcar, ni senderos que caminar por donde un sol diferente, rompa los turbios manejos de planes de robo y asesinato; y de amor y restitución de la dignidad humillada hace tanto tiempo ya.

¿Por qué las cosas no son así como pensamos, ingenuos espectadores que miramos a la pantalla?. Porque las historias girarán y se desplazarán ciento ochenta grados, y lo antiguo volverá, y lo nuevo tendrá también lugar. Y todo recomenzará desde el principio, y una historia que parece terminar, da a luz de nuevo, desde otro avispero; pero solo es su nacimiento, su doble cara, su ambigüedad.

¿Pero triunfa el bien o el mal?. Nada es como amamos, o como queremos que se dibuje delante de nuestros sentidos: “en nuestras vidas, tenemos cosas buenas y cosas malas, felicidad y tristeza. La vida está llena de tristeza y de felicidad. Y eso es lo que quiero mostrar.”

Y así, estas palabras de su director Park Chan-Wook, tienen el mérito de decir la verdad sobre este film, tan irresistible como encantador y cruel a la vez.

Y como espectadores, creemos saber; aunque somos ingenuos. Ignorantes ávidos de no cerrar los ojos.

Miguel Ángel Barroso
@DeWinterBarroso

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